Cada
año que pasa, acabo haciendo (y creo que media humanidad conmigo) la misma
reflexión:
¡QUÉ RÁPIDO PASA EL TIEMPO!
Tópico
dónde los haya y una verdad como un templo. Además, parece que la velocidad va
aumentando exponencialmente con el propio paso de los años. Pero siempre se ha
dicho (media humanidad y yo, de nuevo) que es cuando mejor lo pasamos que
sentimos que el tiempo vuela.
¿Será
eso? ¿Me lo estoy pasando tan bien que tengo esa sensación de que los días son
flashes y no dejo de sumar meses y años a la cuenta total de mi vida? Es más
que probable.
Vale,
no soy la Barbie que hace 17 años soñaba ser. Pero es que eso, excepto Paris
Hilton y algún otro caso aislado, hay más de media humanidad que, cómo yo (sí,
de nuevo), tampoco lo ha conseguido.
De
acuerdo, tampoco he grabado decenas de discos ni he vendido millones de copias
de estos... (mi yo de hace 11 años quizás se decepcionaría).
Puestos
a pensar, tampoco he pisado (todavía) ninguna de las más aclamadas (ni de las
menos) pasarelas de moda del mundo. Pero siempre me quedará pensar que todavía
es demasiado pronto, ¿no? “mai se sap…”.
Y no me
doy baños de oro, ni calzo Manolos, ni duermo sobre fajos de billetes de 500€,
ni me despierto al lado de Beckham u Orlando Bloom… ¡Hay tantas cosas que no
hago y que, posiblemente, nunca haré...!
Pero es
que todas estas cosas no influyen en la velocidad a la que transcurren nuestras
vidas, no hacen que el tiempo pase menos rápido, no cuentan porqué no son.
Siento
que mi vida está pasando tan rápido por las cosas que sí son, que sí suceden.
El
tiempo vuela cuando soy feliz y, afortunadamente, eso sucede muy a menudo.
Porque aunque solo me he acercado a Barbie en el color de pelo; el público de
mis conciertos son los muebles de casa y la pasarela más larga que he recorrido
ha sido el pasillo que va de mi habitación a la puerta principal; cada mañana, me despierto sabiendo que tengo la vida que quiero tener y hago
lo que quiero hacer.
Gracias
a todos aquellos que no sois ni Beckham ni Orlando Bloom pero que estáis por la
mañana, cuando me levanto, y por la noche, antes de acostarme.
Gracias
a todos los que suponéis un colchón más cómodo que mil fajos de billetes.
Gracias
a todos los que sí sois y que, por ello, contribuís a que el tiempo vuele y la
felicidad sea el combustible del motor de mi vida.
GRACIAS
Y FELIZ AÑO NUEVO.