domingo, 30 de diciembre de 2012

¡Feliz año nuevo!


Cada año que pasa, acabo haciendo (y creo que media humanidad conmigo) la misma reflexión:
 ¡QUÉ RÁPIDO PASA EL TIEMPO!

Tópico dónde los haya y una verdad como un templo. Además, parece que la velocidad va aumentando exponencialmente con el propio paso de los años. Pero siempre se ha dicho (media humanidad y yo, de nuevo) que es cuando mejor lo pasamos que sentimos que el tiempo vuela.
¿Será eso? ¿Me lo estoy pasando tan bien que tengo esa sensación de que los días son flashes y no dejo de sumar meses y años a la cuenta total de mi vida? Es más que probable.

Vale, no soy la Barbie que hace 17 años soñaba ser. Pero es que eso, excepto Paris Hilton y algún otro caso aislado, hay más de media humanidad que, cómo yo (sí, de nuevo), tampoco lo ha conseguido.
De acuerdo, tampoco he grabado decenas de discos ni he vendido millones de copias de estos... (mi yo de hace 11 años quizás se decepcionaría).
Puestos a pensar, tampoco he pisado (todavía) ninguna de las más aclamadas (ni de las menos) pasarelas de moda del mundo. Pero siempre me quedará pensar que todavía es demasiado pronto, ¿no? “mai se sap…”.
Y no me doy baños de oro, ni calzo Manolos, ni duermo sobre fajos de billetes de 500€, ni me despierto al lado de Beckham u Orlando Bloom… ¡Hay tantas cosas que no hago y que, posiblemente, nunca haré...!
Pero es que todas estas cosas no influyen en la velocidad a la que transcurren nuestras vidas, no hacen que el tiempo pase menos rápido, no cuentan porqué no son.

Siento que mi vida está pasando tan rápido por las cosas que sí son, que sí suceden.
El tiempo vuela cuando soy feliz y, afortunadamente, eso sucede muy a menudo. Porque aunque solo me he acercado a Barbie en el color de pelo; el público de mis conciertos son los muebles de casa y la pasarela más larga que he recorrido ha sido el pasillo que va de mi habitación a la puerta principal; cada mañana, me despierto sabiendo que tengo la vida que quiero tener y hago lo que quiero hacer.

Gracias a todos aquellos que no sois ni Beckham ni Orlando Bloom pero que estáis por la mañana, cuando me levanto, y por la noche, antes de acostarme.
Gracias a todos los que suponéis un colchón más cómodo que mil fajos de billetes.
Gracias a todos los que sí sois y que, por ello, contribuís a que el tiempo vuele y la felicidad sea el combustible del motor de mi vida.
GRACIAS Y FELIZ AÑO NUEVO.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario